jueves, 29 de agosto de 2013

Una buena ducha...

 Sus orígenes se remontan a la antigua Grecia y al antiguo Egipto aunque la ducha moderna se remonta al siglo XIX. Existe alguna evidencia de que los antiguos egipcios mesopotámicos pertenecientes a la clase alta poseían, en la intimidad de sus hogares, ciertos espacios interiores, donde eran bañados por sus sirvientes. Sin embargo, estos lugares eran muy diferentes de una ducha moderna, pues sólo tenían rudimentarios sistemas de drenaje y el agua era transportada, y no bombeada, hasta la habitación.
La primera civilización que utilizó un tipo de instalación que hoy podríamos considerar como una ducha fueron los antiguos griegos. Sus acueductos y su alcantarillado hecho con tuberías de plomo permitían que el agua que se bombease hacia dentro y hacia fuera de las grandes salas de duchas comunales utilizadas tanto por las élites como por los ciudadanos comunes. Estas habitaciones han sido descubiertos en las excavaciones de la ciudad de Pérgamo y también parecen estar representadas en la cerámica de la época. Las descripciones son muy similares a un vestuario de ducha moderna colectiva, e incluso poseían barras para colgar la ropa. Los antiguos romanos en su amor por todo lo griego también siguieron esta costumbre. Sus famosas casas de baños se pueden encontrar en todo el Mediterráneo llegando hasta Inglaterra. Los romanos no sólo tenían estos baños y duchas, sino que los empleaban múltiples veces a la semana, incluso todos los días. Después de la caída del Imperio Romano y el surgimiento del Cristianismo, la práctica de lo que hoy se considera una buena higiene se convirtió en un tabú religioso y fue abandonado casi por completo desde la Baja Edad Media hasta la época victoriana.
Los relativamente avanzados sistemas de abastecimiento de agua y saneamiento de aguas residuales desarrollados por los griegos y los romanos rápidamente se deterioraron y cayeron en desuso tras la caída de los grandes imperios. No fue hasta el siglo XIX cuando fue posible reconstruir un sistema tan complejo y fiable como las cloacas griega y romana. Las primeras duchas en la era moderna eran bloques autónomos donde el agua podía ser reutilizada varias veces. En el siglo XIX (probablemente hacia 1810, aunque hay una cierta contradicción entre las fuentes), la ducha tipo English Regency fue inventada de forma anónima. El diseño original tenía más de diez pies de altura (más de dos metros), y estaba hecha de varios tubos de metal pintados simulando el bambú. En la parte superior de la unidad había un depósito conectado con estos tubos. El agua se salía a través de una boquilla y caía sobre los hombros de los propios ocupantes antes de ser recogida y bombeada de nuevo hasta el depósito superior. Este prototipo sufrió varias renovaciones incluyendo modelos con bombeo manual, modelos con varios pulverizadores, y los que poseían boquillas intercambiables. La reinvención de las tuberías de plomo para uso interior sin excesivas fugas, alrededor de 1850, permitió que la duchas independientes pudieran ser conectadas a una fuente de agua corriente, lo que facilitaba su uso. Además, el aumento en el acceso al agua caliente hicieron el baño mucho más cómodo y popular. El doctor Merry Delabost, jefe médico de la prisión Bonne-Nouvelle, de Ruan, inventó un modelo mejorado de ducha hacia 1872, con el fin de darle a los presos una mejor higiene. Se trataba de duchas colectivas, aunque el sistema de chorro era individual. En 1879 el ejército prusiano hizo obligatoria la ducha entre sus soldados e instaló duchas comunes en los barracones.
Incluso con las nuevas mejoras en su diseño, la ducha siguió siendo menos popular que el baño en los países industrializados hasta la segunda mitad del siglo XX.











Texto de Wikipedia.

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